Taller de Preservación Digital

Se me ha dado el encargo de recapitular mi experiencia con el grupo de trabajo de “Apex” y esto se desarrolla en torno al Taller de Preservación Digital.

Llegué a un taller de preservación en la Universidad de Chile que dictaba Pamela Vizner. Me inscribí por el gran reconocimiento que tenía la profesora y por el nombre del curso que me llamó bastante la atención. Sin saber mucho sobre el tema, decidí embarcarme para averiguar un poco más sobre lo que iba a suceder y qué tenía este curso para ofrecer. Tenía curiosidad de conocer los medios de digitalización para la preservación hacia el mundo digital. Al pasar las primeras clases me di cuenta que se abría un camino por el que antes no había incursionado y nunca lo habría hecho sin la ayuda de Pamela. Conversamos de formatos, compresores, codificadores, contenedores y muchas otras partes técnicas de la conservación de archivos. Existen muchos formatos utilizados en video que no conocía, empezamos con cinta de 35mm, pasando por U-matic hasta formatos digitales de registro.

Nos plantamos en el caso del vertiginoso avance científico y la obsolescencia absurdamente rápida de la tecnología, que en la mayoría de los casos deja incapacitados en compatibilidad a los dispositivos entre sí. En la preservación es muy complejo mantenerse a la par con la actualización de costosos equipos para no perder la conexión con el pasado. Esto también hace que por momentos sea imposible reproducir y conservar digitalmente un tipo de formato de por ejemplo 50 años atrás. Es un trabajo homologo a la arqueología, nos permite conocer la historia con expresiones plasmadas en cintas de video.

La conservación de nuestra propia información es un tema que debería estar sobre la palestra. En la actualidad se acumula una mega-producción de información digital que cada uno de nosotros realiza. Hay una gigantesca cantidad de información almacenada en servidores y en nuestros computadores. Cada día crecen las memorias y con eso nuestro “Diógenes Cibernético”. ¿Por qué eliminar un archivo si lo podemos conservar en la  red?. En la muestra “Big Bang Data”, exposición que fue montada en la Fundación Telefónica, fue posible hacer tangible este “fenómeno” con datos estadísticos y artistas que desarrollaron un trabajo en torno a la explosión de creación de información. Cada segundo que utilizamos internet estamos creando registros de interacción o con cada fotografía que “subimos a la nube” estamos produciendo una residencia en los bancos de datos de cierta compañía. El marketing tuvo su lugar en higienizar la imagen de estos espacios destinados a conservar nuestra información, creando una imagen intangible e infinita en la que no tenemos que discernir que sirve y que podríamos desechar. Haciendo referencia a Viktor Schönberger, vemos que el mundo empresarial también ha sabido sacar provecho de esto, ya que ciertas empresas toman datos personales de los usuarios, quienes los facilitan a través de internet muchas veces sin saberlo, contribuyendo a generar grandes bases de datos en cuanto a tendencias económicas, sociales y políticas.

De las cosas que aprendí, para un preservador es complejo hacer este criterio de utilidad. Con tanta información generada es difícil identificar qué es importante y que no si la información no es completamente tuya. Un gran espacio para hacer una autocrítica en lo que fomentamos a una contaminación digital. El preservador nace en respuesta a esta masa desordenada intentando organizar congruentemente la información que puede ser de interés público.

En este año se me dio la oportunidad de compartir con el Programa de Intercambio de Preservación Audiovisual (Apex), que es un proyecto colaborativo que se compone de estudiantes, profesores y entendidos en el tema de varios países de América. Se ha desplazado por distintos lugares de la región y están dedicados a potenciar proyectos locales con su preservación.

En su versión en Chile tuve la ocasión de asistir a Señal 3, una señal autónoma que funciona desde finales de los 90 en la población La Victoria. Para mi sorpresa, el proyecto Apex se proponía a Categorizar todas las cintas existentes en el lugar y dejar establecida una central de digitalización para que pudieran seguir con este proceso a futuro.

La sistematización del trabajo era algo impresionante, el primer paso era la categorización por formato. Luego, se realizaba un catastro con la mayor cantidad de datos posibles para generar una base de datos de fácil acceso y que resultara eficiente al momento de buscar algún material específico.

La central de digitalización se realizó con máquinas muy específicas que pudieron traer desde el extranjero más equipos que se consiguieron en Chile. El proceso, en su forma ideal, trata de un sistema que abarcaba limpieza de cintas, ecualización de color y posterior digitalización mediante tarjetas que pueden hacer la conversión análogo digital (homologo a las interfaces de audio).

El proyecto Apex, desde mi perspectiva, dejó en evidencia la falta de preocupación a nivel nacional por la conservación del archivo chileno de video, no es suficiente el trabajo que realiza la biblioteca nacional con su material privado, pero creo que con estas primeras muestras de interés por almacenarlo, se dará paso a una nueva construcción histórica basada no sólo en perspectivas literarias de cada historiador.

Impresionante la labor que realizan con un proyecto de esta envergadura, gracias a los participantes de Apex, espero que siga funcionando un proyecto que deja tanto de si en cada lugar por el que pasa.

Por Victor Bravo Adriazola

Estudiante Lic. Artes Mención Sonido

Universidad de Chile

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